Descubrir su dificultad de tratamiento, centrarla en el arte del encuentro y caer en la cuenta de que desconocer lo que manejamos no es dirigir sino manosear. Las personas, es con toda seguridad lo más delicado, complejo e inestable de toda la naturaleza. Por si esto fuera poco, es de las pocas cosas que se entregan para ser conducidas y dirigidas “sin manual de instrucciones”. Cualquier cacharro trae complejos libros con advertencias, consejos e instrucciones detalladas para su manejo y conservación. La persona, no. Y, sin embargo, más de dos tercios de nuestra vida nos la pasamos tratando con ellos y teniendo necesidad de ellos.